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Patrono principal de la ciudad de Nápoles. Fue mártir en la persecución de Diocleciano, habiendo sido obispo de Benevento. Fue decapitado en Pozuoli el 304. Los datos sobre su biografía son antiguos y reflejan la devoción primitiva al santo. Los restos conservados en la Catedral de Nápoles, fueron llevados allí, después de otros traslados anteriores, por el Cardenal Alejandro Carafa en 1497. Han sido examinados y reconocidos como restos humanos de un varón de unos 40 años y de alta estatura.
La leyenda que se tejió desde el año 1389 en torno a la sangre que se dice del santo, recogida en su muerte y conservada en la Catedral de Nápoles, tiene más que ver con la piedad popular que con la realidad hagiográfica de San Genaro. La verdad de un hecho indiscutible e inexplicable, el "milagro" de San Genaro” o fenómeno de su licuación con motivo de su festividad litúrgica, no deja de ser un motivo de reflexión. Pero en una buena educación religiosa lo espectacular no debe ocultar la significación evangélica de la figura celebrada: sus virtudes, la fortaleza de su fe, la calidad de su testimonio martirial, rasgos primarios que se eclipsan si sólo se asocia su persona a su "espectáculo".
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